54 años había durado el tradicional restaurante de comida criolla ofreciendo una gran variedad gastronómica a sus comensales
Desde 1968 este típico restaurante criollo ubicado en la calle 23 con carrera 9, le ofrecía a sus clientes una gran variedad de platos típicos, con una de las mejores sazones de Bogotá. Pero a pesar de haberse mantenido en pie por más de 50 años, en enero de 2022 anunció que tras una época dura por pandemia cierra sus puertas.
Conozca nuevas tarifas para movilizarse en taxi en Bogotá
Este restaurante estaba posicionado como uno de los mejores lugares para ir a degustar los platos típicos, contando con una variedad de platos que iban desde el ajiaco, hasta el famoso corrientazo, que para entonces tenía un costo de 14 mil pesos.
Este lugar se había convertido en un sitio de preferencia de políticos, litigantes y diferentes personas de la farándula. Años más tarde de su inauguración ya contaban con otras dos sedes en las que se contaba con música en vivo.
Rafael Alfredo Cárdenas, uno de sus administradores afirmó que las razones por las que el restaurante empezó a caer tienen que ver con el cambio en las costumbres rolas, la inseguridad en las calles y por último la crisis de la pandemia que obligó a las personas a encerrarse en sus casas.
Tropel entre barristas deja dos heridos
“Influyeron varios factores. El centro ya no era el mismo, la inseguridad se acrecentó, y nuestra copiosa clientela fue mermando. Le estoy hablando de numerosos comensales de empresas aledañas a nuestros restaurantes, como Telecom, Caracol Radio, Sutatenza, Inravisión, RTI, Estudios Gravi, Bavaria, entre otras, que se trasladaron a distintos puntos de la ciudad”, anotó Cárdenas.
Contó también que en los buenos tiempos llegaron a tener 1.500 clientes diarios, ya que en el sector se contaba con variados espacios de entretenimiento, pero estos con el tiempo fueron desapareciendo y con ello el cierre de las sedes quedando únicamente con una.
“La pandemia nos dio la estocada final. Habría que superar un lío jurídico por una deuda acumulada de arriendo, y estamos ilíquidos. Las dueñas del inmueble nos dieron plazo para entregar el 20 de enero. Por eso estamos vendiendo hasta la vajilla”, aseguró con profunda tristeza.
