Estados Unidos está adoptando estrategias defensivas para hacer frente a un eventual ataque por parte de Irán contra intereses de Israel u occidentales.
La tensión en Medio Oriente alcanza niveles críticos con las alarmantes advertencias sobre un posible ataque de Irán contra objetivos israelíes, informó la Casa Blanca desde Washington, Estados Unidos. Una situación que ha mantenido en vilo a la comunidad internacional y ha generado preocupación por una escalada de conflictos en la región.
Según información proporcionada por fuentes no identificadas citadas en su página web, Irán podría llevar a cabo esta ofensiva «muy pronto y sin aviso previo«, lo que ha generado un clima de incertidumbre y alerta en la región.
El diario The Wall Street Journal también ha informado sobre la preparación de Israel para hacer frente a esta amenaza inminente. Aunque algunas fuentes indican que el Gobierno iraní sigue discutiendo planes de ataque y no ha tomado una decisión final, la situación se percibe como altamente volátil y potencialmente peligrosa. Por ello Estados Unidos quiere frenar esta escalada de acciones.
Biden mumbles that the US “will help defend Israel, and Iran will not succeed”.
He turns into a roomba mid-sentence, and then awkwardly shuffles off stage.
This is supposed to be the leader of the “free” world. Does this look like a Commander in Chief to you?
We are screwed 😂 pic.twitter.com/jdjUE141QX
— Clandestine (@WarClandestine) April 12, 2024
El contexto de estas amenazas se remonta al ataque ocurrido la semana pasada contra el consulado iraní en Damasco, donde siete miembros de la Guardia Revolucionaria iraní perdieron la vida. Este suceso ha provocado una escalada de tensiones entre Irán e Israel, con amenazas de represalias por parte de Irán y una alerta constante sobre posibles ataques.
En Estados Unidos, La Casa Blanca ha tomado estas amenazas muy en serio, calificándolas como «creíbles» y destacando su compromiso de apoyar a Israel para que tenga los recursos necesarios para defenderse en caso de un ataque. Esta postura refleja la preocupación internacional por el potencial desencadenamiento de conflictos en una región ya marcada por la inestabilidad y la confrontación política.