Creadores de inteligencia artificial están siendo objeto de demandas en Estados Unidos. Artistas aseguran sentirse “suplantados”.
La inteligencia artificial sigue marcando el camino de la tecnología y la productividad en todo el mundo, pues de a pocos da indicios de cómo será capaz de sustituir profesiones y labores en el futuro para consolidarse en el desarrollo de tareas tales como escribir, calcular y “resolver” diferentes tipos de problemas.
Entre los sectores afectados, está el arte. Lo pudimos ver con ejemplos cercanos como la tendencia de los dinosaurios aplicados a las profesiones.
Este resulta como uno de los ejemplos más mediáticos y claros de cómo la inteligencia artificial puede reemplazar al humano, pues, a través de un software e instrucciones precisas, pudo crear imágenes con gran detalle que, a un ilustrador o diseñador gráfico, le tomaría cincuenta o sesenta veces más tiempo y esfuerzo.
Es por esto que Sarah Andersen y Karla Ortiz, dos artistas del país norteamericano, presentaron ante la corte federal una demanda en contra de DreamUp, Midjourney y Stable Diffusion, tres de los principales motores de I.A. capaces de ´»sustituir» su trabajo como artistas.
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La demanda de ambas artistas no pretende «acabar la I.A.», pues entienden que es luchar contra la corriente, pero apelan a buscar compensaciones económicas para los profesionales que se vean afectados por el uso inadecuado de estas herramientas y «vulneración a la propiedad intelectual», por lo cual también proponen crear un sistema de licencias en la cual dejen de verse afectados, mientras que las compañías desarrolladoras «se llenan los bolsillos», como afirman.
Uno de los grandes desarrolladores de I.A. en Estados Unidos, Emad Mostaque, el jefe de Stability AI, afirma que «si las personas eligen usar la IAG de manera poco ética o para violar la ley, ese es su problema, no el de la tecnología en sí».