Revista MasQVer

Por: Mauricio Galindo Santofimio
       @MauricioGalin11

En las redes sociales, en los comentarios de la gente en los pasillos, en los hogares, en las oficinas, en cualquier lado, siempre se ha escuchado la voz de quienes dicen que los periodistas no pueden opinar, que su deber es informar y listo. Nada más.

Bueno, en defensa de la profesión he de decir varias cosas, no sin antes mencionar, por encima, y muy sucintamente, algunos elementos que nos pueden dar claridad en ese eterno e improductivo debate que todos los días sale a la palestra por cuenta de diferentes coyunturas.

Lo primero que hay que mencionar es que quizás, por la misma falta de pedagogía de los propios medios, no se le ha explicado nunca a la gente que el periodismo tiene diferentes géneros -o clasificaciones- con los cuales, quienes lo ejercen, pueden desarrollar su trabajo. En esa organización de los géneros periodísticos nos podríamos quedar mucho tiempo, pues no hay, ni ha habido una voz absoluta (salvo la de los académicos en las aulas) que diga que una crónica es una crónica y no un reportaje en profundidad, por ejemplo.

O que diga que una entrevista es una herramienta y además un género, que dé la pauta final para definir si una columna de opinión lo es o no, o es un editorial. En fin. Son muchas aristas las que se desprenden de este tema. Pero no sobra recordar, como alguien lo decía, que lo importante no es el género sino escribir.

En síntesis, podemos decir que los géneros periodísticos son tres: informativos, interpretativos y de opinión. Y que algunos autores, como Álex Grijelmo, ponen a la crónica dentro de los de interpretación y otros dentro de los de opinión, lo mismo que clasifican a los reportajes o a los informes especiales dentro de unos u otros. La noticia, género por excelencia del periodismo, sí no tiene discusión, ella debe ser informativa y nada más.

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Pues bien, de esta somera categorización se puede colegir que, efectivamente, los periodistas estamos en todo nuestro derecho de opinar y de interpretar los hechos. Lo que sí no se puede hacer es distorsionarlos, acomodarlos, amañarlos para beneficio de algunos o para el propio. El periodismo debe servir, si es bueno, para bienes colectivos, para ayudar a la gente a estar bien informada, para que tome sus propias decisiones.

En ese sentido sería muy pertinente que, en aras de cumplir esas premisas de servicio a la ciudadanía, en los noticieros de televisión se retomara el editorial, género que pone sobre la mesa el pensamiento del medio, las directrices -que con base en ese pensamiento, emanan desde la dirección-, y la visión del mundo y de las cosas que tiene su director.

El editorial es fundamental en los medios impresos. Allí se muestra la postura de una revista o un periódico en cuanto a la política, a la economía, a las artes, a la cultura, a la cotidianidad. Lo misma pasa en algunos espacios radiales que les dicen abiertamente a sus oyentes lo que creen sobre determinado tema.

En televisión está faltando eso. Que el director de un informativo se siente frente a la cámara y haga su editorial, que opine, que manifieste sin ambages qué defiende, qué critica, qué propone -él y el medio que comanda-. Sería de vital importancia que a los televidentes no se les confunda con entrevistas o informes que, a veces, dejan entrever algunas posiciones pero que no las evidencian del todo.

Opinar es un derecho, pero en periodismo hay que hacerlo bien. Con argumentos, con datos, con hechos, con evidencias, con pruebas. Que vuelva el editorial en los informativos de televisión orientaría a la gente. Ojalá.