En tan solo seis años, desde 2016 hasta 2022, se ha pasado de contar con una única ley para la Inteligencia Artificial, a un total de 37 legislaciones dispersas.
Nos encontramos en un momento histórico en el que el auge de la inteligencia artificial ha generado un consenso generalizado sobre la necesidad de regularla. Sin embargo, surge la pregunta de cómo lograr una regulación efectiva. En la última década, el debate en torno a la gobernanza de esta tecnología ha cobrado impulso, con un aumento significativo en propuestas políticas. Según un análisis reciente de Stanford, desde 2016 hasta 2022, el número de leyes relacionadas con la inteligencia artificial ha pasado de una a un total de 37.
La presencia de la inteligencia artificial en los procedimientos legislativos de 81 países se ha multiplicado casi siete veces. España encabeza la lista con 273 menciones, seguida de Canadá, Reino Unido y Estados Unidos. Cabe destacar que aún falta por llegar una de las iniciativas de mayor impacto: la ley de inteligencia artificial europea. Esto refleja un creciente interés en el impacto social de estas aplicaciones y una demanda generalizada de límites que guíen su evolución. La carrera por la regulación ha comenzado y las grandes potencias son observadas en busca de orientación, ya que una atomización de reglas en esta tecnología clave podría tener consecuencias indeseadas en el comercio internacional y la competitividad de los países.
Smart City Expo Bogota 2023, busca una investigación a partir de los avances tecnológicos entre los ciudadanos y gobiernos por medio de la interacción.
Te invitamos del 31 de mayo al 2 de junio del 2023 a #SCEBOG23 en #Corferias, regístrate y asiste sin costo— corferiasbogota (@CorferiasBogota) April 4, 2023
Con el surgimiento de ChatGPT y los avances hacia la inteligencia artificial general (AGI), el debate técnico se centra en garantizar que las máquinas no terminen tomando el control. La preocupación por el alineamiento, es decir, asegurar la convergencia entre lo que se espera que hagan los sistemas y su comportamiento real, ha llevado a científicos como George Hinton a advertir sobre la importancia de descubrir formas de controlar la inteligencia artificial antes de que sea demasiado tarde. Incluso investigadores de OpenAI han expresado sus temores ante un desarrollo técnico que no esté alineado con los intereses humanos y los principios éticos.
Ante la diversidad de estrategias en diferentes países, con intereses nacionales y corporativos variados, la idea de un marco unificado de regulación de la inteligencia artificial parece más un sueño que una opción factible. En este contexto, una propuesta recurrente en los foros internacionales es la creación de una Agencia Internacional para la Inteligencia Artificial (IAI) global y neutral, que cuente con la participación de gobiernos, grandes empresas tecnológicas, organizaciones sin ánimo de lucro, el mundo académico y la sociedad.
Mientras la gobernanza internacional estructura la conversación para alcanzar un consenso sobre cómo avanzar en este punto de inflexión tecnológico, sería interesante actualizar las regulaciones existentes y colaborar entre países en el desarrollo de nuevas normativas, de modo que sus enfoques y requisitos estén alineados. Esta será la única forma de facilitar el cumplimiento de las regulaciones.
