El funcionario señaló que diversos aspectos en el lugar del hallazgo sugieren que esta tragedia no fue un accidente, sino que involucra acciones criminales. También mencionó que los niños de la comunidad Yukpa, desde temprana edad, están familiarizados con qué frutos son seguros para consumir y cuáles no lo son, por lo que considera que la hipótesis de envenenamiento por frutos no es acertada en su opinión.
Resulta más sencillo para las personas de las ciudades acceder a atención médica, mientras que para quienes residen en zonas rurales, como en este caso, es considerablemente más complicado. Además, existe una serie de conflictos con la comunidad local, especialmente relacionados con disputas por tierras. En nuestra opinión, no creemos que los niños hayan ingerido voluntariamente un corozo, supuesto motivo del envenenamiento, dado el contexto.
En contraste, el alcalde de Agustín Codazzi, Hernán Baquero, informó a los periodistas que no se descarta la posibilidad de que las víctimas hayan consumido accidentalmente veneno para ratas. Según la información proporcionada por la Gobernación del Cesar, los hechos investigados ocurrieron en el asentamiento indígena Shusueye, Resguardo Iroka, en el caserío El Limón, el domingo 24 de marzo.
El ICBF, en relación al fallecimiento de los niños Yukpa, se expreso por lo ocurrido, describiéndolo como un «asesinato bajo circunstancias sospechosas». Astrid Cáceres instó a la Fiscalía a investigar y esclarecer el caso.
Cáceres publicó ante el fallecimiento sospechoso de niños Yukpa, de edades comprendidas entre los 3 y 15 años, en el resguardo de Iroka. Manifestó solidaridad con la comunidad afectada y solicitó que se aclaren los acontecimientos.
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