Por: Esteban Jaramillo Osorio

La salud no se monetiza en beneficio político y la muerte no es mercancía.

Sin James como protagonista porque ya tiene club, sin el escándalo Messi, a quien muchos dieron la despedida lanzándole piedras, mientras sus seguidores festejaban su arrepentimiento, el mundo del balompié se adapta con rigor a su nueva vida, con flexibles encierros.

La mirada se concentra en la pelota local, que tendrá esta semana el puntapié formal de la reactivación, para alegría del público, con atención extrema de las autoridades sanitarias, que velan por la salud del pueblo.

Las cifras de contagios no ceden, la negación a la pandemia está en aumento, ascienden la intolerancia y la agresividad de quienes no usan mascarillas, ni guardan la distancia sanitaria, en rebeldía provocadora e injustificada.

Varias figuras veteranas, en proceso de regreso, esperan un guiño para entrar en acción, pero no hay dinero para sufragar sus altos sueldos.

Por el drama de la infección pasó La Roca, popular actor de cine y Tv, y la enfrentan Batman, Berlusconi y Usaín Bolt quien pese a tener las piernas más rápidas del mundo, no puedo escapar a los tentáculos del peligro, debido a su indisciplina. Anduvo de fiesta.

Serán los futbolistas, con su comportamiento, los máximos responsables frente a la conveniencia de jugar, o ante la posibilidad de un desastre. Los directivos ya cumplieron su tarea.

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